Cecilia Cerruti |
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Paisajes. Eduardo Gil |
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Cierro los ojos Y no existe el prójimo Pero el sabe como vengarse Ahora O cuando quiera Puede cerrar los ojos Solo cerrar los ojos Y entonces Yo no existo. Mario Benedetti. Contra los puentes levadizos. |
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En el Centro Cultural Recoleta, en el marco del XIV Encuentro Abierto de Fotografía "FESTIVAL DE LA LUZ" se puede visitar la serie de fotografías titulada Paisajes del fotógrafo argentino Eduardo Gil. Dicha serie se compone de retratos reproducidos en fotos que tienen la notable particularidad de que los retratados tienen los ojos cerrados. En primeros planos y con el torso desnudo, la ausencia de mirada provoca no pocas reflexiones. En principio, mucho se ha dicho sobre la mirada en los discursos intelectuales sobre fotografía, así se puede repetir que el retrato “lleva a cabo la objetivización de la imagen de uno mismo. Por eso, es solamente el límite de la relación con los demás. Al mirar al que mira (o que fotografía), rectificando el aspecto, uno se pone a mirar como pretende ser visto: ofrece la imagen de sí mismo”[1]. La supresión de la mirada en Paisajes es una suerte de trasgresión al código del retrato, a aquellas convenciones regladas. Los ojos cerrados fueron (son) considerados un error, aquí en cambio nos encontramos con la intención del autor. ¿Donde está el tiempo? Resulta siempre un ejercicio interesante preguntarse ¿dónde está el tiempo en las fotografías? Las fotografías de la Serie Paisajes son frontales. Recordando aquello que Pierre Bourdieu señalaba, a saber, que: “en el lenguaje de todas las estéticas la frontalidad significa lo eterno, por oposición a la profundidad, allí por donde se introduce la temporalidad, y el plano expresa el ser o la esencia, en suma lo intemporal”[2]. ¿Dónde se halla el tiempo entonces en la serie de Eduardo Gil en un espacio tan restringido? Es probable que la respuesta se hallé en el detalle, o sea en los ojos cerrados. ¿Cuáles son los momentos en que cerramos los ojos? Cuando pedimos deseos frente a la torta de cumpleaños (a futuro), cuando el dolor de las imágenes nos acechan y no queremos ver lo sucedido (ya pasó, tiempo pasado), cuando dormimos para entregarnos al sueño onírico (tiempo presente). Todas circunstancias que remiten al tiempo. Noción altamente considerada en “el tiempo actual” donde sentimos una aceleración del mismo. Nuestra percepción interior del tiempo es que éste es más veloz, de aceleración. ¿A qué se debe? A las nuevas tecnologías, desde los aviones al café instantáneo – decía Lucrecia Escudero hace poco en un seminario. En un abrir y cerrar de ojos caen las torres más altas del mundo, en un abrir y cerrar de ojos se abre la puerta del supermercado, en un abrir y cerrar de ojos: Clic, el obturador fue apretado, el retrato fue tomado y lo que se era considerado error Eduardo Gil lo reconvierte en un juego semiológico. Click: el instante.
Los ojos cerrados de estas fotografías remiten a la noción de “instante” donde se juega, en ellas precisamente, dos estéticas: la del “instante esencial” y la del “instante cualquiera”. El primero:
El segundo: el instante cualquiera,
Aumont cita como ejemplo de ello particularmente a la pintura de paisajes- casualmente título que da nombre a la Serie aquí en cuestión-. Como se mencionase anteriormente, se juegan en estas fotografías de Eduardo Gil el instante esencial escenificado a través de las posturas del retrato y la estética de lo instantáneo a través de los ojos cerrados adrede y donde el referente funciona perfectamente. Cuerpos “des”: Se puede concluir diciendo que en las fotografías que componen la serie “Paisajes” la temporalidad ha sido intensamente cuidada y el cuerpo ha resultado el primer objeto atrapado en ese miramiento. Aparentemente semejantes entre sí y carentes de identidad, subjetividad y distinciones. Son cuerpos despojados, desnudos, desarraigados y desterritorializados. Es movilizador encontrarse con cuerpos sin disimulos, sin adornos, sin maquillajes en una época de espectacularización, de identidad forzada, de apariencias. Y qué ocurre con la seducción, entonces, si la mirada es el motor y aquí es solo uno el que mira. El gran teórico de la seducción, Jean Baudrillard alerta:
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Eduardo Gil Expuso en forma individual en Latinoamérica, Europa, Estados Unidos y Australia, ademas de participar en numerosas muestras grupales. Su obra integra el patrimonio del Museo de Arte Moderno y el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, The Museum of Fine Arts de Houston, Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, Brooklyn Museum de Nueva York, Museo de Bellas Artes de Caracas, Bibliothèque nationale de France, Consejo Mexicano de Fotografía/Centro de la Imagen de México, Casa de las Américas de La Habana, L'Institut Valencià d'Art Modern IVAM de Valencia, International Center for Photography de Nueva York, Hasselblad Center de Gotemburgo en Suecia, además de colecciones particulares.
Simultáneamente con su producción artística desarrolla una intensa actividad curatorial. Recibió en 2004 el Premio a la Trayectoria Docente otorgado por las Asociaciónes Argentina e Internacional de Críticos de Arte. Su obra se incluye en las principales antologías de fotografía argentina y latinoamericana contemporánea. Actualmente vive en Buenos Aires. |
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